Un libro que engancha desde la primera oración, muy propio de Auster. Las mudas de narrador y las focalizaciones son sutiles, especiales, con la destreza típica de un escritor con el oficio de Paul Auster. Ese sueño de Mr. Bones donde se convierte en mosca y narra la escena a través de sus ojos de mosca, así como las aparentes divagaciones de Willy Christmas, no tienen comparación alguna. Una novela única, especial, que nos hace sentir extrañamente vivos.