Me parece bien, está cómodo. Sobre todo porque no provoca vértigos, a pesar de ser un hombre de 90 años, el autor lo utiliza de tal manera que a uno se le olvida la esencia de la edad. Su admiración por ella se vuelve una dependencia emocional, y a ella no le incomoda en lo absoluto. Más bien, según el propio escritor, ella preserva su virginidad en todas las noches que estuvo con él.