A mi parecer, esta película destaca como una de las mejores en reivindicar el cine como arte narrativo. A través de su estética, transforma lo cotidiano en algo maravilloso. Hirayama (interpretado por Koji Yakusho) nos muestra cómo la rutina no tiene por qué afectar nuestra actitud ante la vida. Su interpretación merecidamente le valió el premio al mejor actor masculino en Cannes. Por otro lado, Wim Wenders nos brinda una oda a la soledad con matices bohemios, una temática especialmente relevante en una sociedad hiperconectada y agitada. La banda sonora actúa como un lenguaje paralelo, complementando las imágenes increíbles de Tokyo que nos ofrece la película.