Tuve la suerte y agrado de presenciar esta película el día de su estreno en Argentina en ambas funciones.
Quedé encantado con una pieza llena de brutalidad que logra demostrar la dualidad y capacidad de cambio del ser humano así como la facilidad para transitar caminos turbios que ya creímos dejar atrás. Deja en claro muchas falencias de un sistema que no se ocupa de la parte humana del ser, lo simple que es lograr la corrupción en tal sistema por su eslabón más débil y la vez más fuerte, el ser humano. Un retrato del intento de cambio de un hombre al enamorarse, el odio al prójimo por diferencias insignificantes e ideologías cerradas que le trae un dolor inconmensurable al protagonista y el camino de venganza en el que se embarca. El odio sólo genera odio, pero a veces no queda otra opción para evitar que otros sufran del mismo dolor.
Musicalmente hablando el disco conserva la esencia primigenia de Slayer y se mantiene fiel a su estilo indiscreto, conciso y contundente. Nunca me defraudaron al denunciar las faces sociales de las que los medios prefieren no hablar, controlados por los mismísimos lobos con piel de oveja de los que dicen protegernos.
Entiendo que muchas personas se sientan ofendidas por las letras de esta banda y los temas que abordan. Muchos se escudan bajo el manto de salvadores, profetas, pastores, justicieros y guías morales. Pero invito a estas personas a recordar y ponderar los actos de abusos que encubren las instituciones que defienden y a tener en cuenta que cualquier Dios que alabe, justifique o incite cualquier tipo de daño al prójimo no es un ser benevolente sino maligno.
Slayer nos enfrenta con lo peor de nosotros y por ello les estoy agradecido, me permitieron ser mejor persona, indistinto de mi religión y credo. Quien no tenga el coraje de aceptarlo está condenado a mantener un velo de hipocresía frente a sus ojos.