Daniel Ochoa

Gracias al cielo fui invitado a verla en el cine y al menos no gasté de mi bolsillo. Mis hermanos salieron felices y comentaron lo genial que les pareció. Por mi parte la comencé a sufrir a los 30 minutos sin saber lo larguísima que iba a ser, volviéndose tortuosa. No creo que valga la pena darme el tiempo de escribir todo lo malo que le encontré, solo para ser generoso. Una verdadera obra de arte es la que no te deja igual después de haberla visto, pero en este caso me falla esa norma porque no salí igual del cine, si no totalmente enojado de perder mi tiempo profundizando en ideas estúpidas. Si vas hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo, en realidad no estás yendo a ninguna parte, a menos que te partas en dos muriendo en el intento. Eso es exactamente lo que pasa con esta película, ni siquiera consigue ser mala por merito propio, si no que se auto aniquila a si misma haciéndose imposible de tragar con todos sus sentidos y antisentidos contrapuestos y estrafalarizados con ideas woke. No es que esta película no merezca la pena, es que no debería existir.