PelÃcula escrita por gente que no ha conocido mujer o las odia directamente, a lo INCEL. Lorenza Izzo y Ana de Armas, en mitad del ataque de nervios número 1 millón, cavan una tumba para arrastrar y enterrar vivo a un Keanu Reeves atado de cabeza a pies, todo esto sin perder un envidiable alisado de pelo (el de Keanu). Entre sus gritos Eli Roth parece autoinvocar sus raÃces como apadrinado del llamado "Torture Porn" para arrastrarlo al thriller psicoerótico de usar y tirar, consciente de que está haciendo un divertimento pero inconsciente de que no hace la más mÃnima gracia. Sin identidad clara definida, los momentos sexuales son descafeinados y la violencia casi inexistente.
Qué buenazo es el "tito Keanu", qué manipuladoras sus torturadoras y qué bizarro se torna todo el producto cuando la sobreactuación se convierte en marca de la pelÃcula.
Reeves, que por pura maniobra del destino ha salido a buen puerto con el resurgimiento de John Wick, ejerce aquà de fuente de memes y gifs inabarcable para toda una generación de Internet. Contrasta con una Lorenza Izzo también pasada de vueltas, pero que con un buen ejercicio de control se convierte en una villana con carisma controlado. Con diferencia, lo mejor de su trÃo protagonista.
Mientras más atisba su final mejor se comporta el entorno de la trama, tomando una autoconsciencia subterránea que la hace cómplice (esperamos) de los chistes que provocan sus continuos giros absurdos y los gritos de morsa de su protagonista. La clara coña final no es suficiente para salvar las sobreactuaciones desmedidas, el sin rumbo, o la falta de imaginación o decisión. Es, con toda probabilidad, un paso atrás en las maneras de Roth, que solÃa entregarnos como mÃnimo una escena memorable en pelÃculas que, por otro lado, tampoco eran para tanto.
Acaba Knock Knock y nos preguntamos hasta qué punto sus creadores se han implicado en cuerpo y alma a ella, qué extraño capricho del destino les ha hecho tomar la dirección errónea, o que todo les haya dado igual. Sea como sea, el resultado es terrible y desolador, con un final tan insÃpido y ridÃculo que los perpetradores se pudiesen dedicar mejor a abrir una taberna y no desprestigiar más el séptimo arte.
Punto positivo: un atisbo de autoconsciencia al final y una Lorenza Izzo que parece saber lo que hace.
Punto negativo: apenas llega a ser divertida. Ideal para que te entre sueño y también para épocas de estreñimiento, ya que te dilata el derrière.