El autor, tenÃa que haberse informado más y mejor del tema de los donantes de órganos y trasplantes. Hay muchos errores en esta novela desde el punto de vista médico y sobre todo, de la relación del paciente trasplantado con la familia del donante. No conozco la legislación americana sobre la confidencialidad donante-receptor. En España, la legislación establece que el donante de órganos siempre debe ser anónimo. Sus datos están absolutamente protegidos. Por mi experiencia, cuando un receptor me ha solicitado conocer datos del donante, NUNCA los he dado, y siempre he aconsejado que no sobrepasaran esa barrera. He conocido dos pacientes, que por sus medios han logrado conocer la identidad de las familias de los donantes y se han puesto en contacto con ellos y se han arrepentido. Lo mismo ocurre con la familia del donante cuando han querido conocer a los receptores, en el caso que uno haya perdido el órgano trasplantado, lo han vuelto a revivir como si su familiar hubiera vuelto a morir. No me puedo alargar más, pero creo que la legislación española es la mejor en preservar la identidad donante-receptor.