Woody Allen se acaba de marcar una parodia de si mismo. Un guion que saca su lado más insoportable llevado a la vida por unas actuaciones forzadÃsimas. Para estar en el tÃtulo, la presencia de la ciudad - icono del director - es simplista y no se entiende si pretende darle dimensión a los estereotipos o subvertirlos. No consigue ninguna. La tuve que ver en tres sesiones durante una semana porque no aguanté una sentada seguida. Supongo que tiene un total de 4 cosas positivas (destacando sólo el panel y zoom in en la escena final bajo el reloj en el parque que me hizo sentir algo, totalmente arruinado por la resolución de la escena), pero si no las tuviera significarÃa que a Allen no le llega oxÃgeno al cerebro.