Siempre que un libro consigue hacerme llorar, no dejo de extrañarme de semejante prodigio, porque, ¿qué es un libro, sino una serie de sÃmbolos impresos en papel? ¿No sabemos desde el inicio que se trata de una ficción, surgida de la imaginación del artista? Y sin embargo, desde el principio, McCarthy nos sumerge mágicamente en su acostumbrado mundo salvaje, donde sus personajes tropiezan una y otra vez con el duro e ineludible destino que su ámbito, cruel y despiadado, depara para todos aquellos nacidos bajo aquellas tierras -y en aquellos tiempos- quebradas por soles idénticamente indiferentes al sufrimiento humano y animal; porque la historia es muy simple y hasta dirÃa monótona, y esto es precisamente lo que me gusta de McCarthy. No busca historias fabulosas dentro de las historias; no acude a romances, ni a un argumento definido, sino que, muy al contrario, elude esas técnicas narrativas para centrarse en la mera descripción de la vida de dos jóvenes muchachos y su lucha por la supervivencia en un clima hostil, burdo, grosero, sembrado de personas ora indiferentes, ora viles, que se mueven como en un sueño terrible a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, entre llanuras solitarias y montañas nevadas, soportando lluvias y frÃo y hambre, en un periplo tan absurdo, tan innecesario como vital para el crecimiento y la formación de sus personalidades, forjadas al rojo vivo bajo el implacable martillo de sus sinos no escogidos... y es asà como el lento, ineluctable discurrir de sus dÃas se nos hace carne y absorbemos, en un acto involuntario -aunque tenaz- de empatÃa, y no sin estremecimientos de angustia, de sus avatares sin testigos y nada gloriosos, invisibles para todos salvo para el autor, el lector y el Dios omnipresente.
No existe una historia que resumir. Sólo unas vidas miserables fluyendo en zig zag, sin rumbo, sin un propósito, sin amor ni amistad, mezcladas en su camino con la tenebrosa presencia del hombre y bajo cielos rutilantes de estrellas y "domos de lunas membranosas" y vientos secos, y gitanos y mujeres que pasan fugazmente por sus vidas para desvanecerse como una bruma y en los llanos fogatas solitarias que iluminan los ojos absortos de sus caballos y su perro "mudo" y conversaciones casuales con extraños que hablan y filosofan acerca de la vida bajo el negro dosel de la noche... hasta el final del libro, el cuál es maravilloso y me arrancó una lágrimas, irrefrenables y desde luego merecidas, como si yo hubiera sido parte real de esta historia ficticia... como si esa última escena la hubiera visto, sentido, con mis propios ojos, con mi carne, mi piel, mi sangre... como si esa final demostración de un alma resquebrajada, mutilada, pero donde, no obstante, brilla aún un signo de dulzura y de bondad en ese atisbo de remordimiento, hubiera sido percibida por mà mismo... siempre me pregunto ¿cuál es la magia de las letras... cuál su genial sortilegio?.
Afortunadamente y como dije alguna vez, los libros son claves cerradas, enigmas encriptados, y como la música, su secreto inasequible es oscuro y eterno.