Descubrí el libro por accidente en la Biblioteca Pública El Poblado. Desde el inicio me cautivó: esa escritura sencilla y descriptiva, que te va llevando y casi puedes ver y sentir la atmósfera de esa bella finca de Anorí que da nombre al libro, las múltiples voces narrativas que, mientras cuentan la historia y vicisitudes de una familia, muestran también la historia de Colombia. Cuenta con un lenguaje cercano y desgarrador la tristeza que se afronta cuando un ser querido empieza a perder sus recuerdos y a adentrarse en las nieblas del olvido.