La novela presenta altibajos considerables, empieza muy mal, con la historia de un personaje patético como Martín, un chico nada interesante, aburrido, con problemas existenciales comunes y corrientes que no justifican lo que debe ser un personaje de Novela en mayúscula, que es a lo que aspiraba Sabáto con su pretendida profundidad que siempre se nota en su prosa. Aquí falta cuerpo Martín es el personaje más débil muy desdibujado. Luego tenemos a Alejandra, que en mi opinión no otorga mayor fuerza a la novela, más bien, empapa más el inicio de esta obra con una atmósfera de historia juvenil depresiva y mal oliente, aderezada con razonamientos existencialistas de un narrador omnisciente que no logra dar una coherencia sólida al por qué de ese acercamiento entre ambos personajes de ámbitos tan distintos, en realidad esto queda como un cabo suelto a lo largo de toda la novela, esa manera en que una chica con rancio abolengo, aunque en decadencia, se logra fijar en neófito como Martín ,del que no se justifica nunca su presencia, solo es accesoria para contar la historia, los diálogos que sostiene con Alejandra, son casi inexistentes, pasan la mayor parte del tiempo en silencio. En este punto estuve dispuesto a abandonar el libro si no fuera por la aparición de Bruno, que no es nada menos que el mismo Sabáto, personaje autobiográfico que empieza a darle un poco más de consistencia a la obra. Es memorable la aparición del padre Rinaldini y la alusión a Borges, la destrucción crítica de Borges que hace el padre, es una de las mejores partes de la novela, que a esta altura comienza a andar, olvidando y justificando sus falencias. La historia comienza a encarnarse , aparece Fernando, padre de Alejandra, personaje con mayúscula, dotado de gran interés, y toma aire épico, incluso y a pesar del débil Martín, cuando esté último es testigo del bombardeo de Plaza de mayo y la quema de iglesias, aquí suceden escenas muy bien logradas, la conversación con la mujer católica, las alusiones a la polarización política que vive el país, son del más grande interés, la historia fluye y no se sienten las páginas. Entonces comienza el formidable informe sobre ciegos, historia dentro de la novela dentro de la mejor tradición cervantina, logrando escenas inolvidables que creo que van a quedarse en mi mente mucho tiempo después. Quizá porque está narrado en primera persona por el padre de Alejandra, mientras leía esta excelente historia hice una meditación acerca de lo bien que le viene a la prosa el narrador en primera persona, yo que siempre he optado por la tercera persona. Esto hizo cambiar mi perspectiva y quizá exista un antes y un después en mis ideas sobre la novela a partir de la lectura sobre Héroes y tumbas. Las partes que están narradas en primera persona (informe sobre ciegos, y la confesión de Bruno-Sabato sobre su relación con Fernando y Alejandra) son más fluidas y agradables que las partes en las que el narrador omnisciente narra las peripecias del estúpido de Martín. Al terminar el informe sobre Ciegos, la narración de Bruno también es de lo más interesante. Pero lamentablemente al final vuelve a decaer la novela centrándose en la Psicología del imbécil de Martín, y los paralelismos con los ascendientes de los Acevedos y la muerte del General, o capitán , son tediosos.