El formato documental está muy bien estructurado. La historia visibiliza la realidad de mujeres con necesidades, que de alguna otra manera no tendrÃan una voz o influencia mediática. La justicia no es del todo completa en los estrados judiciales, será una justicia basada en la exposición mediática y social del estafador; los mismos medios que usó para atraer a sus vÃctimas.
La estrategia y mecanismos del estafador socaba con crueldad la confianza de gente buena, quienes lamentablemente terminan revictimizadas por las mismas redes sociales a las que son expuestas. Ello demuestra una polarización social entre aquellos que rechazan las acciones de las vÃctimas como ilusas u oportunistas y los que se solidarizan con ellas pensando que a cualquiera le puede pasar. Lo cierto es que el documental, respalda con una investigación inteligente, el hilo conductor de la historia entre el estafador y sus vÃctimas (inocentes o no). En todo caso, sigue quedando una sensación insÃpida de justicia, que dependerá, de ser posible, con una segunda entrega.