El tono del libro, aunque busca ser cercano y motivacional, termina cayendo en una suerte de optimismo vacío que puede resultar frustrante para quienes esperan herramientas más serias y detalladas. En lugar de brindar un análisis profundo o nuevas perspectivas, parece limitarse a ofrecer una serie de afirmaciones sobre la necesidad de evitar el dramatismo, sin profundizar en las causas o el contexto de las emociones humanas.