Es un libro que tiene pocos diálogo pero muy buenos. El narrador omnipotente fundamental en esta historia, porque nos permite entrar en los pensamientos de cada personaje. Es un libro con una narración exquisita, con una descripción que nos sitúa en la época, en cada lugar y en cada situación sin llegar a ser abrumadora. Entran a relucir pequeñas historias que aunque parecen no estar relacionadas con el tema principal aportan mucho a la misma, cuando lo vemos en retrospectiva estas pequeñas historias son necesarias para llegar a donde nos quiere llevar el autor.
Muchas críticas que he leído no logran entender lo que realmente le pasó a Rodia. Era un joven inteligente y de buen corazón, sus acciones lo demuestran, pero las condiciones adversas en que vive lo hacen debutar con una enfermedad mental (Esquizofrenia) cuyas ideas delirantes y paranoicas lo conducen a llevar a la prarctica cierta hipótesis reflejada en uno de sus artículos. Creía que existen personas que están designadas a salvar al mundo y por tanto están autorizadas a eliminar todo aquello que lo pueda poner en riesgo ( como hicieron los grandes héroes de la historia ). Toda esta enajenación lo lleva a cometer un crimen atroz que obviamente es repudiado por la sociedad. Se da cuenta que había fracasado, que el fin justifica los medios....y al no lograr el fin los medios eran cuestionables....
Contrario a lo que había pensado, es dominado por una serie de pensamientos paranoides de persecución y conspiración que lo hacen confesar el crimen y es juzgado y condenado. Pero no sufre por haber cometido el crimen, no se arrepiente. Lo que realmente frustra a Raskolnicof es no haber podido demostrar su hipótesis, mostrar al mundo sus verdaderas intenciones, el bien mayor....llegar a ese momento donde el mundo lo reconoce como un salvador, como alguien especial. Entra en un estado nihilista durante un tiempo hasta que decubre el amor..y como siempre...el amor lo cambia todo.