Pienso que esta historia de la vida real, contada por uno de sus protagonistas, y luego llevada al cine, es un fiel reflejo del absurdo y retrogrado conflicto ideológico, psicológico y social, que viven las sociedades latinoamericanas en los últimos tiempos, en una continua y prolongada transición hacia el fortalecimientos de sus democracias, y la realidad material del respeto y la protección de los derechos individuales y colectivos de sus individuos.