Daredevil Born Again se sostiene por el cariño a su predecesora de Netflix y a las buenas actuaciones que le dan a Daredevil, Kingpin y Punisher un aura mayor a lo que ofrece el guión.
La prematura muerte de Foggy Nelson funciona como preanuncio a todo lo desacertado que vendrá después. Héroes o villanos que entran y salen para no volver o reaparecer sobre el final, un juicio donde el guión hace agua y personajes a los que se les da una mayor relevancia de la que finalmente terminan teniendo (el joven asistente del fiscal Fisk y su amiga periodista por caso),
Cosecharás tu siembra dice el dicho y aquà se cumple solo con las performances de Charlie Cox (Matt Murdock/Daredevil), Vicent D'Onofrio (Fisk/Kingpin) y Jon Bernthal (Punisher) que repiten todo lo bueno de las tres temporadas hechas en la plataforma de la N roja. Ellos le dieron un plus a la buena serie anterior, ahora lo mantienen pero como viceversa no los acompaña el guión.
La lucha contra dilemas, miedos e infiernos que comparten y de la que no pueden escapar Daredevil y Kingpin es una buena idea pero no bien cristalizada. Asà Daredevil Born Again queda en deuda y deja demasiados interrogantes para una segunda temporada que deberá mejorar mucho para no arruinar lo que alguna vez fue la mejor serie de superhéroes jamás realizada.