Es un libro sin alma. Escrito como si le urgiera cumplir un plazo de entrega, la construcción de personajes es una amalgama de clichés que solo reaccionan a lo que ocurre en lugar de ser partícipes de ello. Lo poco que medio funcionaba en "La desaparición de Stephanie Mailer" o "El caso Alaska Sanders" era que mantenían cierta sensación de suspense (aun cayendo en el mareo constante al lector, problema que arrastra desde "La verdad sobre el caso Harry Quebert"); aquí no sostiene ni su interés ni la reputación de un escritor que se presentó como Goldman de Baltimore y no llega a uno de Montclair. Una pena.