Es un remake de Qué bello es vivir, adaptado a nuestro siglo XXI. Aborda temas clave para la reflexión, como son el dolor, el sentido de la vida, la felicidad y la esperanza. Sólo por eso merece la pena verla
Le falta, creo, un enfoque más valiente y decidido de la trascendencia. Sin duda, el director ha querido obviar cualquier tipo de referencia a la religión, quizá por no hacer un film que pueda ser catalogado de "creyente". De ahà la vaguedad de algunos de sus planteamientos.