The French Dispatch es hermosa. Wes Anderson se ha convertido en un maestro de la puesta en escena y en cada pelÃcula demuestra que su 'estilo' es -por sà mismo- un mundo aparte y un arte-facto contundente que proyecta al espectador una realidad compleja, delicadamente construida, y claramente tamizada por las experiencias y las preocupaciones del autor-director. Esto, sÃ, parece una obviedad, pero lo que hace Anderson es muy relevante por nuestro contexto [y en el que se inserta este filme] en donde la intención autoral y la 'propuesta' artÃstica de una obra casi siempre se enturbian por las ruidosas corrientes de la mercadotecnia y por el casi siempre vulgar y sublimado 'gusto' preconfigurado del consumidor por algoritmos.
The French Dispatch precisamente trata de eso, de otra época [es cierto, recuperada desde la nostalgia] en la que la palabra escrita aún poseÃa un aura trascendente capaz de transformar la realidad. Y tal vez me quedo un poco corto, además de ser una suerte de -homenaje- [suena trillado, pero en escencia lo es] a la prensa escrita hoy en desgracia, al igual que The Hotel Budapest, la nueva pelÃcula de Anderson recrea ese 'tiempo' en el que algo significaba realmente algo y no cualquier cosa.
Véanla y disfrútenla. Creo que es, hasta ahora, la mejor pelÃcula de Wes Anderson.