Sentí que mi bisabuela era la que me narraba este libro así, sin tapujos muy a su manera de describir a la gente, la autora habla como se hablaría en un rancho, donde ronda en pena ajena o dándote un ataque de risa por tales execraciones plasmadas y que van de corrido y trayendo a colación la tan mencionada frase de los pueblos "pueblo chico, infierno grande"