Para el contexto de 1942 sus meditaciones sobre el suicidio y él sin sentido de la vida que trata en esta obra, fueron una novedad y una gran obra, PERO, para el contexto del siglo XXI, resulta en demasiada palabrería con conclusiones que rozan en ridículo, porque los sísifos modernos protestan en redes contra los “dioses” que los torturan y no aprenden a disfrutar el castigo como acto de extraña rebelión, tal como propone el autor. Sin temor a equivocarme, "El mito de Sísifo” hoy, sería una obra de arte y grito de guerra para aquella tribu urbana, casi extinta, que se llamaban «emos».