En un mundo desgarrado por la guerra,
donde la esperanza parecía una tierra distante,
Viktor entre sombras caminaba,
con corazón pesado, pero con mirada alzada.
Los barrotes y el frío mordían la piel,
en campos donde la vida era cruel,
pero en la oscuridad de la noche más densa,
buscaba sentido, su luz, su recompensa.
"No todo está perdido", susurraba al viento,
"mientras respire, crearé mi propio cimiento."
Encontrar un porqué, un motivo para el alma,
en medio del dolor, esa era su calma.
La logoterapia nació de este sufrir,
enseñando que el sentido nos puede redimir.
"Aunque poco controlamos de lo que nos rodea,
elegir cómo responder nos libera de la marea."
Cada día, una elección, un acto de resistir,
encontrar belleza y propósito, razones para existir.
Aunque la vida nos golpee con fuerza y sin clemencia,
podemos enfrentarla con dignidad y resistencia.
Este poema es un eco de su voz,
de un hombre que, en el abismo, encontró su luz y nos recuerda,
que incluso en el dolor, la esperanza nunca se pierde, siempre se encuentra.