Este libro es una historia de amor, pero no es nada feliz y no es nada bonita. Es más bien una historia cruda y molesta, incómoda. No sé bien en qué año se desarrolle la historia, pero no parece actual, más bien algo lejana, me recordó a Los Miserables de Víctor Hugo. Los protagonistas viven el día a día y no parecen pensarlo mucho, resulta como si estuvieran acomodados a su destino o a lo que creen que es su destino, y cuando intentan alejarse de este, bien por convicción, bien porque la vida cambia de un momento a otro, se encuentran con una humanidad cruel, que cierra puertas, que no ayuda ni brinda abrigo. Y tal vez es este el argumento que toma el autor para justificar las atrocidades que cometen sus personajes y para que nosotros, los lectores, los perdonemos. Nos enamoramos tanto de los personajes que el autor logra que nuestra moral esté con ellos. Es una historia partida en tres actos y en tres tiempos diferentes. La trama en cada acto es creciente y quizá el clímax del segundo es el más espeluznante. Lo increíble de este libro es su narración, muy diferente a cualquiera que haya leído antes. De pronto es monótona, ecolálica, repetitiva, cíclica. Te sientes en un diálogo con el libro. Tenemos un narrador en tercera persona omnisciente limitado, que en los tres actos tiene un punto de vista diferente: en el primero es objetivo y más bien general, en el segundo el punto de vista es desde el protagonista, algo magistral porque juega con nuestra mente y permite que nos entrelacemos con el personaje en sus emociones y sus motivos; y en el tercero hay una combinación bellísima, sigue siendo una tercera persona omnisciente pero desde la protagonista y luego desde una difunta, para finalmente combinar las acciones de ambas en un final sublime en el que parece que todos descansamos en la paz que el autor nos crea. Creo que estos puntos de vista son muy acertados porque nos permiten conocer a los protagonistas y su amor y amarlos como ellos se aman. El libro está escrito en una prosa continua sin la creación de mucha atmósfera, con cambios continuos en los tiempos verbales y marcado solo por el uso de comas y espacios, lo que le da el aire y ritmo requerido para su lectura, ya que no cuenta con ningún otro signo de puntuación. Además, nos encontramos con elipsis que aparecen de continuo, lo que hace que una se sumerja en recuerdos sin siquiera enterarse de ello. Es un libro bellísimo que se lee de un tirón, marcado por la inocencia de un par de jóvenes que solo buscan escaparse de su destino teniéndose únicamente el uno al otro. Súper recomendado.