Sísifo cumple su castigo, y a lo que fue destinado. Él es consciente, pero juzga que todo está bien, al final, es bajo esa misma consciencia, con la que debemos imaginar que Sísifo es feliz. Su propósito lo cumplió, lo cumple, y lo cumplirá, a pesar que no pueda dejar la roca en la cima de la montaña; un ciclo que nunca tendrá fin, pero es por eso por lo que vive.
Es deprimente y a la vez absurdo pensar que en algún momento, todos llegaremos a ser Sísifo.