David Gimeno

La nostalgia empapa esta nueva obra dedicada al irreverente y divertidísimo Beetlejuice, con un elenco de extraordinarios actores en su género: Catherine O'Hara, que brilla por su delirante excentricidad, el gótico atractivo de Monica Belucci y su sed de venganza y el entrañable papel de Winona Ryder, nuestra Lydia Deetz. Jenna Ortega representa un soplo de aire fresco en un guión que sutilmente satiriza los nuevos tiempos en una secuela digna que supera las expectativas que teníamos puestas en ella y que nos ofrece ese equilibrio "burtoniano" de lo macabro, lo grotesco y lo desternillante.

Ambientada en la Guerra de Sucesión Española a comienzos del siglo XVII, la película es una reinterpretación bajo la lente del siempre impecable Lanthimos de la relación entre la Reina Ana, la duquesa de Marlborough y Abigail Hill, prima de la segunda relegada a criada. La constante y maquiavélica lucha por el control, los más que tintes sáficos y la desgarradora representación del patetismo humano, a través del llanto, me llevan a ver con fascinación esta película, que introduce muchos de los elementos visuales que Pobres Criaturas abrazaría y retorcería, en un escape de la realidad que esta película aún posee.

Una biografía televisada que retrata fielmente un capítulo tan fascinante de la historia de la alta costura como lo es Cristóbal Balenciaga y su maison en París es una fórmula destinada al éxito si es bien ejecutada. La ejecución, desde mi punto de vista, por parte de Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga resulta brillante. El ritmo de la serie es pausado por momentos, y tenso y crudo en otros. La sutileza de cada palabra dicha y la perfección de cada plano escogido, que parece una obra de arte, otorgan a la serie el mismo misticismo y fascinación que a lo largo de toda su vida generó el maestro Balenciaga.