Brillante. Demasiado seria para ser una comedia, demasiado light para un dramón de aquellos, El Conde se queda en un exquisito limbo que seguro la volverá una pelÃcula algo incomprendida pero valiente, pretenciosa e inteligente.
Notable el como toca todos los puntos que desea tocar, transformando a Pinochet en un vampiro mediocre, ridiculizando a más no poder a los hijos del dictador Pinochet (se les trata de tontos, parásitos e idiotas), a la figura de Krassnoff (relegándolo al rol de lacayo arrastrado del dictador), a LucÃa Hiriart (una arribista), y todo esto... con una sonrisa en la cara.
Genial.