Una novela excelente, por distintas razones, por lo bien y bellamente escrita que está, por el retrato de los personajes y la divertida o desoladora comprobación de la eternidad de la estupidez, por el amor que con tanto acierto y gracia refiere, y que encierra un secreto verdaderamente sorprendente. Un retrato de Lisboa hecho con un excelente humor sarcástico, un retrato de esos que se tildan de despiadado, o hecho sin concesiones. Una novela que, lo tengo que repetir, admite, tolera y requiere el empleo del adjetivo "excelente" para juzgarla como es debido.