Bella y sensible. Tempo, el tiempo de la cocina arte. Iluminación, la exacta para esa ambientación. Ellos, supremos. El guión impecable. Los diálogos, justos. El drama, previsible pero necesario para relatar el ciclo de la vida.
Un verdadero disfrute de los sentidos. Me sorprende una mención al pasar en un diálogo entre la protagonista y la niña: el SÃndrome de Stendhal en el sentido del gusto (le pregunta si no estuvo a punto de llorar), será porque yo "gozo" de esa particularidad y no conozco a persona que le suceda.