Grabois es un libre-pensador, lo es desde un lugar de conciencia social que conmueve, en un mundo, tan perfecto para quienes saben cómo y dónde manejar las finanzas de los países pobres como lo es de imperfecto para quienes quieren, sueñan, intentan, hacer valer los derechos a participar de las ganancias que producen, los que siempre, serán muy pobres. A mí, me resulta enriquecedor leerlo y ya no, por su retórica, su lenguaje o su dominio de la estetica, sino, simplemente, por su conmovedora ilusión de lograr cambiar algo de lo mucho que habría que cambiar... Y no es poco...Grabois quiere, pelea, sufre, enfrenta, disputa, se enoja...está vivo, en un país lleno de muertos políticos y de vivos sin pudor social...yo, lo celebro, más allá de cualquier tecnicismo.