Ramiro García

Una película muy original por la transición que tiene entre protagonista y villano. En el primer tercio de la película el arquitecto es el “buen tipo”, y no sólo lo asumimos nosotros como espectadores por el hecho de que sea el protagonista, sino que también hay un esfuerzo de dirección por plantearlo de ese modo, con Daniel Aráoz presentado como el villano (caótico, amenazante e intimidante). En el segundo tercio esa distinción comienza a volverse más difusa, y en el tercero logran invertir esos roles: el arquitecto se vuelve el villano y Aráoz el buen tipo, la víctima, y todo eso con el mérito de hacerlo sin cambiar al protagonista, quien sigue en todo momento siendo el arquitecto. De a ratos le falta algo de ritmo y por eso el puntaje no es más alto, pero es una película muy interesante en materia de guion y dirección.