Gabriela Quiroz

Valle Salvaje: cuando la protagonista se vuelve insoportable No puedo ver Valle Salvaje sin que me hierva la sangre cada vez que aparece Adriana. Es simplemente insoportable. He llegado al capítulo 228, y lo único que tengo claro es que esta serie es lenta, repetitiva y se aferra a los mismos conflictos una y otra vez, como si su única meta fuera alargar la historia al infinito en lugar de construir un guión sólido e interesante. La protagonista es UN caso, la serie insiste en mostrarnos a Adriana como inteligente, buena y sensible, pero lo que vemos es todo lo contrario. Es egoísta, cínica, altanera y sólo amable con quienes le conviene. Se victimiza constantemente aunque humille a Julio una y otra vez. Y lo más absurdo es que todos los personajes “caen rendidos” ante ella, como si fuera irresistible, cuando en realidad resulta plana, sosa y detestable. Para mí, no es la heroína de la historia: es una villana disfrazada de protagonista. Por otro lado, hay una desconexión enorme con el contexto histórico. La serie está ambientada en el siglo XVIII, pero entre los acentos modernos y la escasa variedad de escenarios, a veces parece más una sátira involuntaria que un drama de época. La ambientación limitada (una casa grande, el valle y el patio que conecta la otra casa) termina por dar una sensación de encierro y repetición constante. Sé que la serie ha tenido éxito y ha conseguido una base fiel de segudores, pero como espectadora, me resulta frustrante ver cómo la historia no avanza y gira en círculos. Es una de esas pocas veces en que no deseas que la protagonista sea feliz, sino que alguien más tome el control de la historia. En resumen: no la recomiendo. No porque no tenga cierto mérito, sino porque ver una serie diaria de cientos de capítulos con una protagonista tan irritante y un guión tan repetitivo es una prueba de paciencia que no todos querrán soportar.