Me encuentro profundamente inquieta por las posibles implicaciones de su contenido en la salud mental de sus lectores, pacientes y asistentes a sus charlas. Me preocupa cómo minimiza los problemas humanos y desacredita la validez de los sentimientos negativos, promoviendo una mentalidad de eterno positivismo que parece poco realista y potencialmente dañina.
El autor parece ofrecer soluciones simplistas a problemas complejos, como en el caso de su paciente trans, donde su enfoque parece carecer de profundidad y comprensión. Además, su lenguaje despectivo al referirse a personas con síndrome de Down y sus comparaciones cuestionables entre experiencias de abuso sexual, en donde indica que ha tratado mujeres víctimas de abuso sexual de sus papás mencionando que es solo una pequeñez, un rasguño en esta vida tan larga y en un entorno tan amplio, que ha conocido mujeres que han vivido lo mismo y tienen una sexualidad fenomenal. Ambas situaciones me parecen alarmantes y carecen de empatía.
La actitud excluyente hacia aquellos que no siguen sus filosofías y la promoción de la exclusión como solución al acoso escolar son preocupantes y reflejan una falta de comprensión de la complejidad de estos problemas.
En resumen, 'Nada es tan terrible', excepto este libro. No considero que su contenido sea beneficioso ni enriquecedor, sino más bien potencialmente perjudicial. Recomiendo encarecidamente no leer este libro ni asistir a sus charlas, y desaconsejo buscar terapia con el autor.