Como autor de "Autoridad y fraternidad (I), matemáticas sin tonterías", quisiera manifestar mis más sinceras disculpas por mis opiniones personales vertidas en el epílogo de la obra, relativas al mundo científico que, están totalmente y sin excusa, fuera de tono.
Mi más profunda admiración por los hombres y mujeres que trabajan día a día en la investigación y que sin ellos y sus predecesores no hubiera sido posible alcanzar la sociedad del bienestar.