"Castigo Divino" es una novela como pocas se escriben, Sergio Ramírez, consigue de manera a todas luces encomiable imbuirnos en una trama en la que los bordes entre la ficción y la realidad son ininteligibles, no obstante la connivencia, la corrupción, la hipocresía, la mentira y la tragedia son palmarias.
Ni bien comienza la novela y el lector ya da por sentada la culpabilidad de Castañeda, se lo contempla muy claro, Oliverio es un ruin y un infame, un ser despreciable con características psicopáticas, sin embargo, la trama avanza y, las dudas y contradicciones obligan al lector a abandonar esa postura tan cómoda para por prorrumpir en sus propias pesquisas y barruntos, dudando de cada testimonio y encontrando ninguna respuesta.
Sergio Ramírez no nos relega simplemente a ser meros observadores de los acaecimientos, sino que nos hace tomar parte de ellos, de modo que el lector hace las veces de sucesor del Juez Fiallos, puesto que la novela está dividida en cuatro partes, las primeras dos sirven como recuento de los indicios, testimonios y pesquisas, como si el lector estuviera personándose en la ciudad de León para tomar su cargo de Juez y se le estuviera poniendo al día, así hasta concluir la primera mitad, posteriormente la trama avanza por los restantes dos capítulos, caminando el lector/juez a la par de los eventos.
Esta novela negra produce en el atento lector una vorágine de emociones, la sensación inicial es de natural curiosidad, luego esta curiosidad trasmuta a una familiaridad y preferencia con los personajes, pero también con las viejas calles de León, posteriormente experimenta el lector avidez por soluciones, que se transforma en una imperante sensación de confianza, para desembocar en el desencanto y la indignación, con ese final tan amargo, con ese final que si no se supiera que es verídico, el lector menos acostumbrado tomaría como una falta imperdonable por parte del autor.
"Castigo Divino" es un imprescindible de la literatura latinoamericana (no sería descabellado decir, de la literatura en Lengua Española), que nos enseña no solo cómo se escribe un buen libro, a través de un análisis de rigor de la técnica empleada o cualesquiera que sean las herramientas utilizadas en esta empresa literaria, sino que nos alecciona a través de su historia, las dimensiones sociales, nos obliga a homologar aquella época pretérita con la época de su lectura y verificar si hemos avanzado o seguimos en la misma línea del desencanto.