Injusta es la vida, y con el cine no serÃa la excepción: este filme se arriesga a dejar impotente al espectador del mismo modo en que la vida lo hace. Un Sean Penn arriesgado se arroja al arte contrario de la esencia moderna del filme, la del entretenimiento, y no complace con un final feliz y resuelto. Y le costarÃa caro. Una producción que ni siquiera recuperarÃa el presupuesto, y sobre todo, el olvido de tres de las actuaciones más sobresalientes de las últimas dos décadas: Benicio Del Toro, Rourke y un muy logrado Nicholson. Estos desastres de recaudación y, por supuesto, la ingratitud de la crÃtica matan las posibilidades existenciales del cine, llevándolo a ser solo una parodia de sà mismo, de lo que pudo ser.
¡Más vida a este cine crÃtico y propositivo!