No está mal, pero no pasa de ser una lectura ligera para el verano, más propia de un guion de película o de un tebeo.
No es el gran descubrimiento de un nuevo escritor, sea quien sea el que use el pseudónimo.
La historia tiene un evidente parecido con «El nombre de la rosa», de Umberto Eco, pero le falta la soltura e ilación que tiene está. No está bien contada y, a veces, resulta difícil seguir la trama. Supone que el monasterio de Silos era un antro de perversión homosexual, como es de suponer que lo eran todos los demás, además de la codicia que atribuye a la iglesia en general.
Tiene errores como el de poner pimientos en una ensalada, sin tener en cuenta que en el siglo XIII no existían en Europa , y supone que el protagonista luchó en la batalla de Las Navas de Tolosa ¡con quince años! Toda la trama es poco creíble por lo artificiosa, y tampoco la resolución de los crímenes resulta convincente.