Interesante este libro del galardonado escritor español Juan Eslava. Un buen estudio de la conquista en México. No tan admirable la del Perú y con pocas miradas al resto de América. Sin duda, desespera a los españoles su desconocimiento de la conquista y todos están atravesados por sobrevivir a la leyenda negra que tanto promueven y difunden cada vez que les toca defender lo indefendible. Infortunadamente la historia de la conquista la han convertido en un caballo de batalla en el que tratan, por todos los medios, de ocultar o justificar los crímenes que se cometieron en nombre de Dios o de sus majestades, o del oro y la riqueza que tanto aprovecharon en su momento, pero que dilapidaron sus venerados reyes, y reinas, para vivir como monarcas sin trabajar y sin hacer nada provechoso para su pueblo. Las trifulcas entre ellos apenas le dan sentido a esta tragedia inmensa que habría podido ser un descubrimiento esplendoroso y genial. Todavía falta la obra sensata e inteligente que se asome a la conquista con una visión histórica responsable y coherente, inteligente y honrada. La leyenda negra pervive en cada estudio que considere a España como una madre, sin la conciencia de la razón. No es un problema del progresismo o del indigenismo que tanto les fastidia a algunos europeos, sino de la capacidad intelectual de entender la historia de estos pueblos que hablan español y en los que todavía quedan millones de indígenas por cuyas venas corre la sangre de los soldados españoles y de los nativos que querían el oro y adoctrinarlos para asegurarles la yuca y la papa a los españoles que los llamaban perezosos, a pesar de no tener ellos la suficiente habilidad de producir en sus tierras con qué vivir como querían vivir.
Pero la historia es que los criollos y los indios y los negros independizaron estas tierras y los mandaron a freír espárragos. Todavía se lamentan pero Bolívar es Bolívar, a pesar de sus sentencias, equivocadas o no, San Martín o el padre Hidalgo, o Galán el comunero o Lautaro son historia y sus hazañas enfurecen a algunos que creen que estos pueblos no debían haberse liberado. La historia es esa, aunque nos duela y no podamos comprender ni aceptar a Eduardo Galeano o a García Márquez. Y que los papas o los reyes pidan perdón pues no es una obligación, solo sería un acto de inteligencia y dignidad que por ahora, eso creo, no se le puede pedir al rey Felipe VI, al que sus súbditos en Valencia han embarrado por no ayudarles a mejor vivir y cuidarlos como los españoles lo merecen.
Finalmente, me gusta la bibliografía, pero faltan algunas obras importantes como las de los viajeros y novelas como "El desierto prodigioso y prodigio del desierto", de don Pedro de Solís y Valenzuela.
Algún día tendremos la historia justa y honrada, y este libro de Juan Eslava será de obligada consulta para entender el porqué de la leyenda negra y el porqué de la solicitud de México. Y, claro, ¡Qué viva México y toda la patria grande!, aunque ello le duela a algunos.