La deriva de la serie es casi de risa. Los personajes, si alguna vez tuvieron entidad, ahora son puro cartón piedra...Mandar a la guerra a Manuel y Curro, delirante. La marquesa llorando por las esquinas, pero sin dejar de hacer maldades, al lado del capitán, que ha vuelto a la Promesa y ahora es el dueño del negocio de las mermeladas... ¡Madre mÃa!
La sensata Catalina ha convertido en un "loft" el hangar de su hermano, lo ha decorado con muebles de Ikea y se ha ido a vivir en él, jajaja...Virtudes después de recuperar la relación con su madre vuelve a ser un basilisco ¡Muy coherente todo!
La amiga de la marquesa que se han sacado de la manga los guionistas, es obvio que se va a liar con el marqués...¿Y qué decir de Petra? la han convertido en una parodia de si misma...
Martina es como un espectro pululando por el palacio. MarÃa se marchaba a trabajar a otra casa y de repente es Teresa la que se ha ido...
En fin, la serie es una acumulación de situaciones vacÃas, artificiales y cansinas, sin ritmo, gracia ni sentido, con unos diálogos de pena y cero interés.
Huele a naftalina que tira pa´tras.