Mi cartera y mi inteligencia se sintieron ofendidas tras ver este musical, ni nada más ni nada menos que un delicioso plato de heces fecales de un gato con problemas mentales, acompañadas de una gruesa capa de purpurina. Heces defecadas tras ingerir previamente una excesiva cantidad de pesadillas y traumas infantiles, un guión que no llega a los 3 folios, drogas alucinógenas y CGI de lo más caduco e inverosÃmil.
Una experiencia sumamente terrorÃfica, traumática y delirante, que dentro de 30 años, los gafapastas/pseudointelectuales del futuro la calificaran de obra maestra incomprendida en su tiempo.
En fin, todo un desastre. Especialmente recomendada para escatológicos audiovisuales que no saben que hacer con su vida.