Con «El espÃritu de la colmena» VÃctor Erice aseguró su lugar en el Olimpo de los grandes directores de la historia del cine. Y si bien «Cerrar los ojos» tiene su sello autoral, cabe señalar que no está a la altura de sus predecesoras. Y está bien que sea asÃ, no hay que exigirle tanto, no hay que pedirle más. Con tres obras maestras a su haber, era difÃcil conseguir una cuarta.
En este sentido, prefiero quedarme con lo siguente: que después de treinta años el mÃtico director español nos regalara una nueva pelÃcula, es motivo suficiente para agradecer y aplaudir. O al menos lo es para quienes valoramos profundamente su trabajo y soñábamos con un momento asÃ.
Y aquà me permito hacer una distinción, sin juicio de valor: quienes están familiarizados con la filmografÃa de Dreyer (aludido en esta pelÃcula), o con el cine de Tarkovsky y Bella Tarr, entre otros, podrán disfrutar sin reparos de «Cerrar los ojos», porque transita en esa lógica contemplativa, de pulso ralentizado, donde los fotogramas tienen espacio para suspirar y respirar; pero quienes están más familiarizados con las sagas de Marvel, con «Rápido y Furioso» o los «Transformers», por citar algunos ejemplos, es muy probable que lo pasen fatal viendo esta pelÃcula. El problema no es su extensión, ya que muchos son capaces de ver la temporada completa de una serie de una sola sentada y ahà la extensión no es el problema. El asunto es qué tipo de cine te gusta, te llega, te entretiene, te emociona, y cuál no. No es más complejo que eso.
Entrando de lleno en «Cerrar los ojos»: las actuaciones están soberbias, alcanzando por momentos una gran altura. No obstante, ciertos guiños cinéfilos en la historia parecen un tanto forzados, y unos cuantos diálogos, lamentablemente, también lo están. AsÃmismo, algunas escenas con poco o nulo peso para la trama resultan por lo mismo prescindibles. Pese a lo anterior, con un guion muy simple, tres horas de metraje y la nostalgia presente de otro cine (el cine de antaño, el cine de AUTOR, asà con mayúsculas), la pelÃcula ofrece momentos preciosos de alto vuelo cinematográfico, con giros bien logrados, subtextos y capas que moldean a sus personajes dotándolos de mayor sensibilidad, y con un estupendo trabajo en fotografÃa y dirección de actores. La historia es simple, sencilla y es en esa sencillez donde radica su encanto, en ella explora toda sus posibilidades y nos ofrece una obra brillante, clara, transparente... hermosa en su naturaleza. VÃctor Erice homaneja en «Cerrar los ojos» a quienes han sido sus maestros en el cine, y de paso, modestia aparte, termina homanajeándose a sà mismo.