En una época en la que por fin empezamos a hablar del edadismo y a cuestionar cómo la sociedad margina a las personas mayores, llega a mis manos esta pequeña joya. Nosotros en la noche es una novela breve, sencilla en apariencia, pero de una hondura enorme.
Addie y Louis, dos viudos que ya han vivido mucho, deciden compartir las noches. No buscan pasión ni sexo, sino algo más profundo y necesario: compañía, conversación, la paz de dormir junto a alguien. A medida que avanzamos en la lectura, vemos cómo atraviesan distintas etapas: el qué dirán del vecindario, los murmullos, las críticas veladas. Y también cómo, poco a poco, ese ruido externo se desvanece hasta dejar espacio a lo verdaderamente importante: la complicidad y el cariño que han construido.
Haruf escribe con un estilo depurado, sin adornos, pero lleno de ternura. Nos muestra que la soledad puede doler tanto como una herida, y que el amor —en cualquiera de sus formas— tiene un poder sanador incluso en la última etapa de la vida.
Eso sí, no puedo dejar de señalar el pero que me ha dejado un sabor agridulce: Addie, que durante toda la historia se muestra como una mujer valiente y libre, capaz de relativizar la opinión ajena, termina cediendo ante las exigencias de un hijo egoísta y posesivo. Ese final me pareció injusto, porque rompe con la coherencia de un personaje que defendía su derecho a ser feliz.
Dicho esto, el contexto y la atmósfera son maravillosos, y la lectura resulta cálida y conmovedora. Incluso me atrevo a decir que, tras ver la película justo al terminar la novela, esta vez —y sin que sirva de precedente— quizá la adaptación haya superado al libro.
Una lectura preciosa, recomendable y perfecta para quien quiera emocionarse en pocas páginas. En mi caso, ha sido la elegida para el reto de @delibrista de agosto: un libro de menos de 200 páginas.