Ademรกs del hecho de que nos toca el corazรณn a los que defendemos la educaciรณn pรบblica -lo cual salva esta obra- se queda a medio camino (no es una comedia) y el rol principal estรก muy lavado frente a monstruos como Sbaraglia, Banegas, Dreizik y la Flechner. Obvio que no hay que entrar en un panfleto, pero Subiotto no muestra la garra que docenas de profesores le ponen para sostener esta maravilla deseada por todos los paรญses: la UBA.
Muy descorazonador el final, donde no se visibiliza quienes estรกn detrรกs de la ruina de nuestra instituciรณn.