Hay heridas que sangran, heridas que no se curan y vierten con el flujo y ritmo de una arteria. Hay otras heridas, que se llenan de peces, historias y recuerdos, de alegrías de un presente demarcadas por aquellas heridas e historias de un pasado, heridas tan profundas que no sanan, ni continenen su vertimiento de tristeza y desason, solo fluyen como una barca en un largo río que toca puerto para poner fin a una profunda herida.
¡Qué libro!