Increíble, verdadero y místico a la vez, como solo puede serlo la perspectiva de una hija inteligente, ansiosa y creativa. Es como si la luz verdosa del único colmado abierto de la noche te arropara porque tienes frío, aunque estés sudando la gota gorda. Juegas al dominó con ella en la luz débil, y ella gana siempre aunque pierda.