Apabullante en el mejor sentido posible es casi una máquina del tiempo, en segmentos breves de tiempo conecte con la obra al punto de poder sentir las lágrimas de Pizarnik ensimismadas en un dolor único que solo ella comprendía y en otros puntos de la obra podía asegurar que la conocía de toda la vida como si fuese una amiga a la cual podría hablar en cualquier momento.
Seguiré pensando en este libro por mucho tiempo sin duda, dolorosamente maravilloso.