En la primera pelicula el personaje de Arthur Fleck está atrapado en un entorno capitalista brutal que exacerba su patologÃa. La sociedad lo rechaza y lo margina, lo que termina convirtiendo su sufrimiento en una explosión de violencia. Este enfoque tiene un peso sociopolÃtico claro: si una sociedad falla en sostener a los más vulnerables, puede desencadenar tragedias. AquÃ, el individuo se ve arrastrado por las fallas estructurales del sistema, y la pelÃcula plantea la pregunta: ¿es el "monstruo" producto de una patologÃa individual o de una sociedad enferma?
En la segunda pelÃcula el foco parece moverse de lo social hacia lo personal y lo introspectivo, explorando la psicologÃa interna de Arthur/Joker. Esto parece quitarle fuerza a la crÃtica social, convirtiendo la historia en una cuestión de la psique individual más que en una reflexión sobre la relación entre el sujeto y su entorno. El aislamiento de Arthur en su delirio y la relación compartida con Harleen Quinzel lo coloca en un lugar donde sus actos violentos son más resultado de su desconexión con la realidad que de una respuesta a la sociedad.
Pienso que la desconexión le resta peso a lo social y convierte al Joker en un sujeto que parece cargar todo el peso de sus actos sin que la pelÃcula profundice en las dinámicas de poder, pobreza o injusticia social que estaban presentes en la primera entrega. Al centrarse más en el plano individual, la secuela podrÃa interpretarse como una evasión de la crÃtica a la sociedad capitalista, volviendo a Arthur un sÃmbolo de autoexplosión en lugar de una representación de la rabia colectiva que lo rodeaba en la primera pelÃcula.