l libro tiene una parte testimonial, casi didáctica, muy personal, probablemente importante para su autor, pero que (quizás, sólo quizás) no lo sea tanto para el lector. Se trata de la explicación de los Pasos, de las deudas del narrador con aquellas personas afectadas por su adicción, así como su intento de entenderse, perdonarse y quererse. El poso espiritual, la creencia en Dios o en la necesidad de remarcar que nada se puede hacer sin el otro, un alcohólico sólo puede apoyarse y dejar de beber si confía en otro alcohólico. Eso es revelador en todos los relatos. La necesidad del otro para romper el solipsismo de la adicción, esa carrera a reventar hasta convertirte en un muerto en vida, cosificar los personajes que te rodean. La prosa de Ramos es directa y aunque quizás estorbe ver el andamiaje nunca derrumba el libro. En parte porque en cada Paso tenemos la recompensa de una narración directa, potente, gestionada con una habilidad literaria y emocional soberbia.