Al promover la trampa como parte de estrategia de juego y no penalizar la misma, creo que este programa se degeneró al nivel de otros realities, donde sólo importa ganar rating a costa de transmitir y aprobar un mensaje negativo para los televidentes. Es un reflejo de nuestro país, donde el engaño, la confabulación y la hipocresía son la principal "estrategia" para triunfar y se imponen sobre el talento. Un reality patrocinador de trampas que refleja lo que nos tiene regalados al tercermundismo, donde el Inspector de Juegos, Rifas y Espectáculos es un maniquí sin voz ni voto.
"El arrepentimiento del hipócrita es hipocresía en sí misma".