Puras mentiras, fácilmente desmentirles.
Propaganda de ignorancia, fanatismo religioso, superstición y prejuicios sociales.
Como buen predicador religioso, el autor no culpa a las familias y su falta de comunicacion, ni a los problemas mentales, y la falta de educación emocional como los causantes de la depresion, suicidio y drogadicción juvenil, sino que se lo achaca todo a, lo adivinaste, la música rock.
En su afán de crítica, deja muy de lado los géneros musicales como el black y el death, que si que se enfrentan o burlan de la religión.
Llama satánicos a los africanos (y sus descendientes negros occidentales), limita a la mujer al hogar, y llama brujo a Pitágoras (en fin, un festival de charlatanería que provoca risa, pero preocupa que pueda haber gente que se lo pueda creer).
Para rematar, propone como solución al "problema del satanismo juvenil"(tambien conocido como "rebeldía adolescente"), rezar en familia.