Miró por encima de la borda las agitadas aguas azules. Allí eran profundas, infinitamente profundas, y dotadas de lo que parecía ser la vida eterna. Pero el agua no tenía una forma fija, determinada. ¿No se debía al hecho de que el hombre poseía una forma fija y determinada su imposibilidad de tener una vida eterna? ¿No empieza la verdadera vida sólo cuando se ha perdido la forma tangible?
Un libro lleno de enseñanzas.